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Un equipo de ingenieros de Monash ha logrado un avance clave en el desarrollo de dispositivos de almacenamiento energético que combinan potencia, velocidad y capacidad.
Esta innovación podría transformar sectores como el transporte eléctrico, la estabilización de redes y la electrónica de consumo.
La investigación, publicada en Nature Communications, presenta un nuevo material a base de carbono que permite a los supercondensadores almacenar tanta energía como una batería de plomo-ácido, pero entregarla mucho más rápido. Esto los posiciona como una alternativa real para sistemas que requieren respuestas inmediatas y recargas ultrarrápidas.
A diferencia de las baterías tradicionales, que almacenan energía mediante reacciones químicas, los supercondensadores lo hacen a través de procesos electrostáticos. Esto los hace ideales para ciclos de carga y descarga muy rápidos, pero hasta ahora estaban limitados por su baja densidad energética.
El equipo de investigación, liderado por el profesor Mainak Majumder del Hub ARC AM2D de la Universidad de Monash, logró desbloquear gran parte de la superficie activa del carbono simplemente ajustando el proceso de tratamiento térmico. Esto permite un uso mucho más eficiente del material y abre la puerta a dispositivos más potentes y compactos.
El avance se basa en la creación de una arquitectura innovadora llamada óxido de grafeno reducido multiescala (M-rGO), desarrollado a partir de grafito natural, un recurso ampliamente disponible en Australia.
Mediante un proceso de recocido térmico rápido, los investigadores obtuvieron una estructura de grafeno muy curvada, con canales definidos que facilitan el movimiento de iones. El resultado es un material que combina alta densidad energética y alta densidad de potencia, algo que rara vez se logra en un solo dispositivo.
Cuando se integraron en celdas tipo pouch, los supercondensadores mostraron:
Estos valores se encuentran entre los más altos jamás reportados para supercondensadores basados en carbono. Además, el proceso es escalable y compatible con materias primas locales, lo que representa una ventaja económica y estratégica.
La tecnología está siendo comercializada por Ionic Industries, una spin-off de la Universidad de Monash. Su CTO, el Dr. Phillip Aitchison, afirma que ya están produciendo cantidades comerciales del material y colaborando con socios del sector energético para su aplicación en escenarios reales
Este paso hacia la industrialización es clave: muchas tecnologías prometedoras quedan atrapadas en la fase de investigación. El caso del M-rGO, en cambio, avanza hacia soluciones concretas que podrían estar en vehículos eléctricos, dispositivos móviles o estaciones de recarga en los próximos años.
Además, el respaldo de instituciones como el Australian Research Council y la US Air Force subraya el potencial estratégico del desarrollo, tanto desde el punto de vista civil como militar.
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