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La doble emergencia vivida recientemente en Castelló de la Plana y Almassora, con sendos incendios en naves industriales que han causado importantes daños materiales, vuelve a poner el foco sobre la seguridad contra incendios en entornos industriales.
Aunque estos siniestros no han dejado víctimas, su magnitud y coincidencia temporal subrayan el impacto económico y operativo que pueden generar los incendios en este tipo de instalaciones.
Desde Tecnifuego, la Asociación Española de Sociedades de Protección contra Incendios, se recuerda que el incendio es la principal causa de pérdidas materiales en la industria a nivel mundial.
En España, según el último informe Estamos Seguros de UNESPA, los incendios industriales generan un coste medio de 7.016 euros por incidente, reflejando la relevancia económica de estos siniestros y su potencial para afectar la continuidad de la actividad y provocar consecuencias medioambientales y laborales.
“Los incendios en naves industriales como los de Castellón evidencian que el riesgo sigue presente y que la prevención debe abordarse de forma integral, combinando tecnología, mantenimiento y formación”, explica Antonio Tortosa, vicepresidente de Tecnifuego.
En los últimos años, el perfil del riesgo industrial ha cambiado. El aumento del comercio electrónico y la expansión del parque de naves logísticas, junto al crecimiento de plantas de reciclaje y la presencia de equipos con baterías de litio o paneles fotovoltaicos, han incrementado la complejidad de los incendios en este tipo de entornos. Algunos de estos fuegos pueden alcanzar gran virulencia y requerir recursos de extinción especializados, como ya se ha visto en recientes siniestros en España y Europa.
“Los incendios industriales no suelen ser los más mortales, pero sí los que generan mayores pérdidas económicas y medioambientales. Nada hay menos sostenible que un incendio”, subraya Tortosa.
La prevención eficaz frente a incendios industriales se apoya en cuatro pilares fundamentales:
Instalación profesional y conforme a normativa: Cumplimiento estricto del Reglamento de Seguridad Contra Incendios en Establecimientos Industriales (RSCIEI) y del Reglamento de Instalaciones de Protección Contra Incendios (RIPCI).
Mantenimiento periódico y documentado: siguiendo las normas UNE 23580, que garantizan la fiabilidad de los equipos que, aunque inactivos durante largos periodos, deben funcionar sin margen de error en caso de emergencia.
Inspecciones efectivas y mayor coordinación: entre administraciones, servicios de bomberos y autoridades competentes, para verificar que las medidas implantadas son adecuadas al nivel de riesgo.
Formación y cultura preventiva: en todos los niveles de la empresa, con planes de autoprotección y procedimientos de actuación claros.
A estos principios se suman nuevos avances tecnológicos como la digitalización de los sistemas de protección, que permite la supervisión continua de señales de detección, alarma y extinción. Esta innovación mejora la fiabilidad, rapidez y efectividad del mantenimiento, además de optimizar costes y eficiencia energética.
“Contar con sistemas inteligentes de detección y con empresas instaladoras y mantenedoras debidamente habilitadas es una garantía. La seguridad contra incendios no debe verse como un gasto, sino como una inversión en continuidad y sostenibilidad”, concluye el vicepresidente de Tecnifuego.
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