19 de noviembre, 2025 XML
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La ciberseguridad afronta un cambio estructural en 2026. Las empresas españolas, en plena transposición de la Directiva NIS2 y la entrada en vigor de marcos como DORA, elDAS2, junto con las políticas del ENS, se enfrentan a un escenario de amenazas más rápidas, autónomas y difíciles de detectar.

Y todo ello marcado por el auge de la inteligencia artificial, la escasez de talento y la necesidad de coordinar tecnología, cumplimiento y negocio bajo un mismo marco de gobierno.

El mercado español de ciberseguridad superará los 5.000 millones de euros en 2026, impulsado por la demanda de servicios gestionados, la automatización basada en inteligencia artificial y el cumplimiento regulatorio. A nivel global, el gasto en ciberseguridad alcanzará los 213.000 millones de dólares, un 14% más que en 2025.

En este escenario, las prioridades de las organizaciones cambiarán y deberán aprender a convivir con ataques cada vez más sofisticados y a integrar la seguridad como parte del negocio, no como un área aislada. Tomando como base este contexto, Factum, empresa española especializada en ciberseguridad, ha identificado las 8 tendencias que definirán la ciberseguridad en 2026:

  • De la seguridad técnica al gobierno del riesgo: la presión normativa obligará a las empresas a pasar de una seguridad puramente técnica a una seguridad gobernada. El reto será coordinar la ciberseguridad con el negocio mediante modelos GRC (Governance, Risk & Compliance), impulsando la creación de oficinas de seguridad internas o externalizadas (Cybersecurity Office) que garanticen trazabilidad, control y comunicación directa con la dirección. Como apunta David López, director de operaciones, “el gran salto en 2026 será pasar de apagar incendios a anticipar riesgos”.
  • El auge de la ciberseguridad como servicio: ante la falta de talento especializados y el elevado coste de mantener equipos internos llevarán a más empresas a externalizar la gestión completa de la ciberseguridad bajo modelos Cybersecurity as a Service (CaaS). Estos servicios integrarán detección, respuesta, gobierno, formación y vigilancia 24/7, aunque, con ello, deben mantener la visibilidad y soberanía del dato sin perder alineación con la estrategia corporativa.
  • Automatización defensiva con inteligencia artificial: en 2026, la IA pasará de ser un apoyo para convertirse en protagonista, siendo el estándar de los centros de operaciones (SOC). Permitirá detectar anomalías en tiempo real, automatizar respuestas y predecir amenazas antes de que se materialicen. La IA defensiva se consolidará como un gran aliado para frenar ataques impulsados por IA ofensiva.
  • Convergencia entre IT y OT: el riesgo industrial se digitaliza: la transformación digital en entornos industriales, sanitarios y logísticos ha difuminado las fronteras entre IT y OT, lo que conlleva un aumento en la exposición a ciberataques dirigidos a sistemas de control y dispositivos IoT. Por ello, la tendencia será integrar el threat hunting OT dentro de los SOC unificados y aplicar arquitecturas Zero Trust que segmenten redes y operaciones críticas.
  • Ciberresiliencia y continuidad del negocio: sin duda, el ransomware seguirá siendo la principal amenaza, pero el foco se desplazará hacia la resiliencia operativa para garantizar la continuidad de servicios críticos incluso bajo ataque. Las empresas deberán contar con planes de respuesta probados y protocolos de comunicación de crisis.
  • Seguridad de la identidad y trabajo distribuido: con el trabajo híbrido consolidado, la identidad digital se convierte en el nuevo perímetro corporativo. La autenticación adaptativa, la gestión de accesos privilegiados (PAM) y el control de dispositivos personales serán críticos. El equilibrio entre seguridad y productividad marcará la diferencia: la experiencia del usuario debe mantenerse fluida sin comprometer la protección.
  • Cultura y formación continua en ciberseguridad: el factor humano sigue siendo el punto de entrada más común de los ataques. En 2026, las empresas priorizarán programas de concienciación continua, simulaciones personalizadas y métricas de madurez real de los equipos. La formación dejará de ser un curso puntual para integrarse en la operativa diaria, con indicadores vinculados al desempeño.
  • Transparencia y reporte a la alta dirección: las nuevas normativas exigirán a los CIO y CISO reportar incidentes, niveles de madurez y métricas de riesgo al consejo de administración. Surge así la necesidad de adoptarKPI y KRI unificados, paneles de control en tiempo real y una narrativa que traduzca datos técnicos en lenguaje de negocio y reputación.

El experto de Factum señala, además, que los ataques serán más inteligentes y automáticos. El ransomware 4.0 combinará robo, cifrado y extorsión. El phishing con IA generativa y los deepfakes en voz y vídeo engañarán incluso a los sistemas biométricos. Además, crecerán los ataques a la cadena de suministro digital y las brechas en entornos IoT/OT, especialmente en sectores industriales, sanitarios y energéticos.

El próximo 2026 será el año en el que la ciberseguridad deje de depender solo de firewalls o técnicos para convertirse en un indicador de confianza corporativa. Las organizaciones que logren combinar gobernanza, IA y cultura digital no solo estarán más protegidas, serán también las más resilientes y competitivas”, concluye el director de operaciones.

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