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La Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) se sitúa una vez más en la vanguardia de la innovación ambiental con dos iniciativas complementarias que apuestan por convertir los gases residuales en materias primas útiles para la industria y la producción energética.
Estos proyectos, desarrollados en colaboración con diversos centros de investigación y administraciones públicas, no solo abordan de forma directa los retos del cambio climático, sino que también promueven un modelo de economía circular en el que los residuos se convierten en oportunidades.
El primero de estos proyectos se centra en una problemática bien conocida: las emisiones de dióxido de carbono (CO₂). Este gas, responsable en gran parte del calentamiento global, es normalmente considerado un residuo indeseado. Sin embargo, investigadores de la UAB han desarrollado una nueva metodología que permite capturar este CO₂ y transformarlo, mediante procesos biotecnológicos, en compuestos de interés para la industria química.
Este avance se basa en la utilización de microorganismos que metabolizan el CO₂ para generar productos útiles como bioplásticos, solventes ecológicos o precursores de fármacos. Esta estrategia permite, por un lado, reducir la huella de carbono de los sectores industriales emisores y, por otro, generar productos de alto valor comercial a partir de una fuente abundante y hasta ahora desperdiciada.
El enfoque biotecnológico se presenta como una alternativa prometedora a las tecnologías de captura y almacenamiento de carbono (CCS), ya que además de fijar el CO₂, lo convierte en productos que pueden entrar nuevamente en la cadena de valor.
El segundo proyecto refuerza esta visión de valorización ambiental desde otro ángulo. En colaboración con la Agencia de Residuos de Cataluña, la UAB ha iniciado la evaluación del rendimiento en la captura de biogás en 44 depósitos controlados de residuos en todo el territorio catalán.
El biogás es una mezcla de gases –principalmente metano y dióxido de carbono– generados por la descomposición anaerobia de la materia orgánica en los vertederos.
El objetivo principal del estudio es determinar cuánta energía renovable potencial se está perdiendo actualmente en estos depósitos, así como mejorar las técnicas de recolección del biogás para su posterior aprovechamiento energético. Esto permitiría reducir las emisiones fugitivas de metano, un gas con un potencial de calentamiento global 25 veces mayor al del CO₂, y a la vez generar electricidad o calor de forma sostenible.
Además, se espera que los resultados de esta evaluación sirvan para optimizar los sistemas de sellado, canalización y almacenamiento del gas en los vertederos, mejorando tanto la eficiencia energética como la seguridad ambiental.
Ambas iniciativas comparten una misma lógica transformadora: utilizar los residuos gaseosos –ya sea CO₂ o biogás– como una fuente alternativa de recursos. Este enfoque no solo tiene implicaciones ambientales, sino también económicas y sociales, al impulsar nuevas tecnologías, generar oportunidades de innovación en sectores industriales tradicionales y acercar a Cataluña a los objetivos marcados por la transición energética europea.
El trabajo de la UAB se inscribe así en un movimiento global que busca reemplazar los modelos lineales de producción y consumo por otros más circulares, en los que el residuo no es el fin, sino el principio de una nueva cadena de valor.
Tanto la conversión del CO₂ en biocompuestos como la optimización de la captura de biogás son ejemplos claros de cómo la investigación aplicada puede generar impactos tangibles y medibles en la lucha contra el cambio climático. En ambos casos, se trata de intervenciones tecnológicas con vocación de transferencia al tejido industrial, donde su implementación puede contribuir a una producción más limpia y eficiente.
En definitiva, la UAB demuestra que es posible pasar de una economía basada en la extracción y el vertido, a una en la que incluso los gases residuales pueden convertirse en motores de una transformación sostenible.
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