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La demanda mundial de petróleo se estabilizará a lo largo de esta década antes de iniciar un descenso sostenido, concentrado principalmente en los combustibles de transporte por carretera.
En cambio, su uso como materia prima petroquímica mantendrá una mayor estabilidad en el tiempo. Así lo señala el BP Energy Outlook 2025, que describe un proceso de transformación estructural del consumo global de crudo y anticipa una década de ajustes profundos en la industria del refino.
En el escenario central del informe Current Trajector, el consumo de petróleo alcanza su punto máximo hacia el final de la década de 2020 y desciende gradualmente a medida que mejora la eficiencia del transporte y se aceleran la electrificación y la penetración de biocombustibles. Para 2035, la demanda se situaría entre 85 y 100 millones de barriles diarios, y en 2050 rondaría los 85 millones, una reducción cercana al 20% respecto a los niveles actuales. En el escenario Below 2, más alineado con los objetivos climáticos, la caída es mucho más pronunciada, con un descenso de alrededor del 70% a mitad de siglo.
El transporte por carretera será el principal motor de la contracción del consumo, impulsado por el crecimiento de los vehículos eléctricos y la mejora de la eficiencia energética de las flotas. En contraste, el uso de petróleo en la industria petroquímica mostrará una resistencia considerable, al no disponer de sustitutos de gran escala y mantener una elevada demanda de productos derivados como plásticos, fertilizantes y materiales industriales. "El uso petroquímico se mantiene relativamente sólido, ganando cuota dentro del consumo total de petróleo a medida que otros segmentos declinan", señala el documento.
El informe anticipa, además, una presión creciente sobre el sector del refino. La menor demanda de combustibles líquidos y el aumento de la competencia de los biocombustibles, los líquidos de gas natural y los combustibles sintéticos reducirán la utilización de capacidad y obligarán a una "racionalización progresiva" de las instalaciones. En palabras del estudio, las refinerías menos eficientes afrontarán mayores dificultades de rentabilidad, especialmente en los escenarios de transición acelerada.
BP prevé que este ajuste se traduzca en un reequilibrio geográfico de la oferta mundial de crudo. Los productores no integrados en la alianza OPEP+ absorberán la mayor parte de la reducción del bombeo, mientras que la cuota del grupo OPEP+ aumentará de forma sostenida, desde alrededor del 50% actual hasta cerca del 60% en 2050.
El Energy Outlook 2025 subraya que el papel del petróleo en la economía global seguirá siendo relevante durante las próximas décadas, aunque con un peso decreciente en el mix energético. La transición, advierte BP, no supondrá un cambio abrupto, sino una transformación gradual marcada por la electrificación, la eficiencia y la evolución de la demanda de productos químicos.
Según el informe, el despliegue de la IA generativa y el crecimiento de los centros de datos incrementarán de forma significativa el consumo eléctrico global durante la próxima década, aunque la magnitud final dependerá de dos factores contrapuestos: el aumento directo de la demanda de energía para alimentar la infraestructura digital y la posible mejora de la eficiencia energética del conjunto de la economía gracias a las aplicaciones de IA.
BP estima que, hasta 2035, los centros de datos representarán alrededor del 10% del crecimiento de la demanda eléctrica global y cerca del 40% del aumento total en Estados Unidos. En algunos países desarrollados, donde la penetración de la IA será más rápida y el tejido digital más denso, esta proporción podría ser aún mayor.
El documento subraya que la incertidumbre es elevada. El impacto neto sobre el consumo energético dependerá del grado en que la IA impulse la productividad, acelere la automatización y facilite mejoras de eficiencia en procesos industriales, transporte, servicios y gestión energética. En otras palabras, su efecto podría ser tanto expansivo como compensatorio.
BP señala también que la respuesta del sistema eléctrico ante este crecimiento deberá apoyarse en una mayor capacidad de generación renovable y en nuevas infraestructuras de red y almacenamiento. El avance de la IA, concluye, se suma así a otros vectores de electrificación que presionarán la inversión en redes y generación durante los próximos años.
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