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La petrolera española obtiene luz verde por parte de la Ohio Power Siting Board (OPSB) para el desarrollo del proyecto solar Ritter Station, de hasta 199 MW, que se ubicará en Gorham Township, en el condado de Fulton (Ohio).
Repsol ha obtenido 45 bloques en el área central del North Slope, en zonas situadas al sur del histórico campo de Kuparuk y en el entorno de los proyectos Pikka y Horseshoe, donde ya concentra sus principales activos en la región.
La adjudicación permite a la compañía dirigida por Josu Jon Imaz, ampliar su inventario exploratorio en un momento clave para el desarrollo del yacimiento de Pikka, considerado el mayor proyecto petrolero de Alaska en tres décadas.
Repsol prevé iniciar la construcción de cara a 2026 y la entrada en operación comercial a finales de 2027. La compañía destaca el impacto económico del proyecto: cientos de empleos temporales durante la obra y "decenas de millones de dólares" en ingresos fiscales para carreteras, escuelas y servicios locales, además de pagos por arrendamientos y servidumbres a los propietarios de las tierras.
Cabe recordar que Repsol -que explora de forma activa en Alaska desde 2008-, desde 2011 ha ido encadenando varios descubrimientos en la zona. Además, la compañía ha reducido su exposición en distintas áreas del estado para monetizar estos desarrollos.
En marzo de 2017, Repsol traspasó a Armstrong Oil and Gas la condición de operador en el North Slope, activos que posteriormente fueron vendidos a Oil Search. Un mes después cedió una parte del yacimiento de Eagle Ford a Statoil y, más tarde, comunicó a las autoridades de Estados Unidos su salida de todos los bloques exploratorios en el llamado Chuckchi Sea.
El megayacimiento de Pikka se asienta sobre la formación Nanushuk, una de las áreas más prometedoras del North Slope. El Gobierno de Alaska y la industria sitúan los recursos recuperables en torno a 768 millones de barriles de crudo, lo que lo coloca entre los grandes proyectos en marcha en Estados Unidos.
En 2017, Repsol y su entonces socio Armstrong anunciaron el mayor descubrimiento de petróleo convencional en suelo estadounidense de los últimos treinta años, con recursos contingentes estimados en 1.200 millones de barriles de crudo ligero en el conjunto de Nanushuk, que agrupa el área hoy conocida como Pikka y el prospecto Horseshoe. Aquel hallazgo marcó un punto de inflexión en la estrategia de la española en Alaska.
Desde el punto de vista productivo, Pikka está llamado a ser uno de los pilares del crecimiento del crudo de Alaska en la próxima década. La fase 1 del proyecto prevé una producción bruta de unos 80.000 barriles diarios, con una segunda fase que podría elevar el potencial hasta alrededor de 120.000 barriles al día, según las estimaciones de la australiana Santos.
La Agencia de Información Energética de Estados Unidos (EIA) calcula que, solo con esa primera fase, Pikka podría aportar aproximadamente el 20% de la producción total de Alaska en 2025. Junto con otros desarrollos como Willow, este yacimiento contribuiría a un repunte cercano al 13% en el bombeo de crudo del estado en 2026.
En este contexto, los 45 nuevos bloques obtenidos por Repsol refuerzan la posición de Repsol alrededor de una infraestructura clave a punto de entrar en funcionamiento. La proximidad de los nuevos bloques a Pikka y Horseshoe permitirá, en su caso, conectar futuros descubrimientos a las instalaciones de producción y transporte ya en construcción, reduciendo los costes de desarrollo y mejorando la rentabilidad del conjunto.
La operación encaja con la estrategia corporativa de priorizar proyectos de crudo con bajos precios de equilibrio, ubicados en jurisdicciones estables y con marcos regulatorios conocidos, en un entorno de menor inversión global en exploración tras varios años de elevada volatilidad de precios. Prueba de ello el impacto que sufrió ayer la petrolera en bolsa por la fuerte caída de precios del crudo.
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