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El avance de tecnologías como la pirólisis, la gasificación y las soluciones biotecnológicas sitúa a Burgos en un lugar idóneo para desarrollar actividades vinculadas al reciclaje químico y la economía circular.
La concentración industrial en polígonos como Villalonquéjar favorece la implantación de nuevos procesos capaces de valorizar residuos complejos y generar oportunidades de negocio en un entorno productivo cada vez más orientado a la sostenibilidad.
La gestión de residuos industriales complejos, como plásticos técnicos y materiales compuestos, empieza a configurarse como una posible vía de desarrollo económico para el entorno industrial de Burgos. Polígonos como Villalonquéjar o Burgos Este generan mezclas de materiales que resultan difíciles de tratar con los métodos de reciclaje mecánico tradicionales. Este escenario abre la puerta a nuevas tecnologías con potencial para implantarse a escala local.
Una de las principales líneas a explorar es el reciclaje químico. Procesos como la pirólisis o la gasificación permiten descomponer polímeros complejos o neumáticos fuera de uso en aceites, gases o combustibles que pueden reincorporarse como materia prima a la industria petroquímica o energética. A esto se suma la investigación en biotecnología, con el uso de enzimas capaces de degradar plásticos como el PET hasta obtener monómeros de alta calidad, reutilizables en nuevos ciclos productivos.
El tratamiento de composites plantea otro reto técnico con recorrido empresarial. La acumulación progresiva de palas eólicas retiradas en Castilla y León pone de relieve la necesidad de desarrollar soluciones específicas para separar la fibra de las resinas.
Esto abre un nicho aún incipiente para iniciativas tecnológicas especializadas en procesos térmicos o químicos aplicados al reciclaje de este tipo de materiales. Junto al tratamiento directo de residuos, también gana relevancia el concepto de simbiosis industrial: la conexión entre empresas para aprovechar residuos, excedentes o subproductos como recursos en procesos productivos distintos.
Por ejemplo, el calor o vapor sobrante de una planta agroalimentaria podría alimentar la demanda energética de una industria farmacéutica o química instalada a escasa distancia. Lo mismo ocurre con materiales que pueden reutilizarse como insumos en otra cadena de producción. La implantación de plataformas digitales o servicios de intermediación -brokers de residuos- puede facilitar este tipo de intercambios dentro de un mismo polígono.
En ese sentido, la configuración industrial de Burgos, con alta densidad empresarial en Villalonquéjar y diversidad de sectores, ofrece condiciones logísticas favorables para poner en marcha estos modelos de colaboración.
Estas estrategias no solo reducen los costes de transporte y gestión de residuos, sino que permiten avanzar hacia un entorno productivo más eficiente y alineado con los principios de la economía circular. Para el tejido empresarial burgalés, representan una posibilidad real de diversificación, innovación y fortalecimiento de su competitividad en clave sostenible.
Referencia: El Correo de Burgos
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