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La fabricación moderna de vidrio se caracteriza por su precisión y eficiencia, pero las fugas no detectadas de aire comprimido y gas amenazan a ambas.
La tecnología de las cámaras de imágenes acústicas de Flir ayuda a los fabricantes a encontrar y reparar rápidamente las fugas, convirtiendo así las pérdidas invisibles en ahorros de energía medibles y mejoras de la seguridad en cada etapa de producción.
El sector mundial del vidrio genera un volumen de negocio de unos 120.000 millones de dólares al año. El mercado se divide en varios segmentos, como vidrio plano, vidrio para envases y productos especializados. Este sector ha cambiado notablemente en las últimas décadas. A principios de la década de 1970, el sector mundial del vidrio estaba dominado por métodos convencionales de fabricación, como los procesos de obtención de vidrio en hojas y en placas.
Sin embargo, a mediados de la década de 1970 se construyeron plantas de fabricación de vidrio flotado en Europa, Norteamérica y Japón. Este proceso mejoró significativamente la calidad de la superficie, disminuyó los costes de producción y permitió fabricar vidrio en hojas mucho más grandes, sentando así los cimientos del vidrio utilizado en la arquitectura moderna que conocemos hoy.
Durante las décadas de 1980 y 1990, el sector del vidrio empezó a diversificar sus aplicaciones y a presentar productos con unas mayores prestaciones. Además surgieron los vidrios con recubrimiento y con aislante como respuesta a la creciente demanda de edificios energéticamente eficientes.
Los recubrimientos de baja emisividad en forma de finas capas de óxido metálico aplicado a la superficie ayudaron a controlar el aumento del calor por efecto del sol manteniendo su transparencia. Este desarrollo fue un avance fundamental hacia el vidrio que ahorra energía y que domina el mercado actual.
Dicho de forma sencilla, el sector del vidrio ha experimentado una extraordinaria transformación en los últimos 50 años. Muchos de estos cambios han venido impulsados por la concienciación medioambiental y ecológica. Esto es aplicable no solo al producto final sino también al propio proceso de fabricación. La fuerte dependencia de los combustibles fósiles también ha cambiado a lo largo de los años.
En los primeros años del siglo XXI se han introducido avances en la automatización, la robótica y los controles digitales que revolucionan la fabricación. La fabricación de vidrio se ha hecho más eficiente, consistente y basada en datos. Los hornos controlados por ordenador, la monitorización de la calidad en tiempo real y los sistemas de corte automático han mejorado los resultados y han reducido el volumen de residuos.
No obstante, una materia prima que a menudo se pasa por alto en el proceso de fabricación es simplemente el aire. El aire comprimido es primordial e invisible durante la fabricación de vidrio: acciona las válvulas, mueve las cintas transportadoras de tipo neumático, alimenta las herramientas y purga los moldes. Su suministro también puede ser muy caro y las fugas de aire comprimido equivalen a un impuesto oculto.
En las fábricas de vidrio, cuyos ciclos de producción son largos y la demanda de aire comprimido es elevada, incluso un pequeño orificio puede ocasionar grandes pérdidas de energía, reducir la presión de la línea y comprometer la calidad del producto. Una fuga de 3 mm de diámetro en un sistema que funcione a 6 bar durante 8.000 horas al año puede costar unos 2.800 euros.
Se podría considerar irónico que un sector que ha logrado tales avances en la conservación de energía siga utilizando combustibles fósiles para accionar los compresores y que se produzcan fugas de aire al medio ambiente.
Resulta difícil encontrar muchas de las fugas existentes en grandes plantas de fabricación. De hecho, el verdadero reto no es remediarlo, sino la propia localización de las fugas.
Flir es un referente global en el diseño y la fabricación de cámaras térmicas y de imágenes acústicas portátiles. La cámara acústica Si2-LD es portátil, ligera y facilita la detección de fugas: solo hay que apuntar el dispositivo hacia una posible fuga de gas o aire y sus micrófonos ultrasensibles detectan incluso las descargas más pequeñas. Esto permite a los ingenieros inspeccionar de manera fiable, desde una distancia segura y sin detener las operaciones.
Los potentes micrófonos cubren un amplio rango de frecuencia de 2-130 kHz, garantizando así una detección precisa en diversos entornos. Dado que la iluminación es tenue en muchas áreas de producción, la Si2-LD también incorpora dos potentes luces LED que agilizan y facilitan la identificación, incluso en los puntos más recónditos y oscuros de una fábrica.
El aire comprimido no es el único gas presurizado que puede detectar la Flir Si2-LD. Gracias a su software integrado, la cámara también puede identificar y cuantificar fugas de oxígeno, nitrógeno, amoníaco y otros gases que se suelen utilizar en los entornos industriales.
Como es natural, el coste del gas perdido solo es una parte del problema. La acumulación de muchos de estos gases acarrea importantes riesgos para la seguridad ya que aumentan la posibilidad de incendios o toxicidad con consecuencias que pueden ser graves.
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