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(ARTÍCULO DE OPINIÓN)
En marzo de este año fuimos testigos de como varios países confirmaban el drástico descenso que se estaba produciendo en el uso del correo postal e, incluso, alguno llegó a asegurar que dejaría de repartir cartas a finales de 2025. Todo ello, alegando una reducción del 90 % en el volumen de envíos desde principios de siglo.
Otros mercados han informado de un descenso del 50 % entre 2011/12 y 2022/23, pasando de unos 14.000 millones de envíos a 7.000 millones. La realidad es que estamos asistiendo ya al cierre de oficinas postales, al aumento del coste de los sellos y la reducción del número de servicios postales diarios y semanales.
El correo electrónico, los mensajes de texto, las aplicaciones de mensajería o la digitalización de las cartas o las facturas han provocado lo que algunos llaman el “declive estructural” del envío de cartas físicas en papel.
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