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Las iniciativas para hacer frente el cambio climático están promoviendo una mayor electrificación en un gran número de procesos industriales, sistemas de transporte y aplicaciones de gestión de edificios.
La electrificación es una estrategia esencial para reducir las emisiones de dióxido de carbono, ya que gran parte de la reducción de estas emisiones se logra mediante el uso de energías renovables y la transición de aplicaciones basadas en combustibles fósiles hacia la electricidad renovable.
Dado su enorme potencial para disminuir las emisiones, la transición energética industrial es una estrategia esencial para construir un futuro más sostenible para todos.
La electrificación consiste en la transición de tecnologías y procesos que antes dependían de fuentes de energía no eléctricas, como los combustibles fósiles, a aquellos que funcionan con electricidad, idealmente generada a partir de fuentes renovables como la solar, la eólica y la hidroeléctrica. El principal beneficio de la electrificación es su capacidad para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
Para alcanzar los objetivos de cero emisiones netas en el sector energético para el año 2050, es esencial aprovechar todas las medidas disponibles para reducir las emisiones de dióxido de carbono.