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Una tecnología emergente está desafiando la percepción tradicional de los residuos nucleares. Lo que durante décadas se consideró un pasivo medioambiental de alto riesgo podría convertirse en una herramienta poderosa para generar energía limpia.
En ese sentido, un grupo de investigadores de la Universidad de Sharjah (Emiratos Árabes Unidos) ha elaborado un estudio que ha sido recientemente publicado en Nuclear Engineering and Design, detallando cómo los residuos radiactivos pueden acelerar y mejorar la producción de hidrógeno mediante electrólisis mejorada por radiación, con rendimientos hasta diez veces mayores que los métodos convencionales.
El hallazgo no es menor: más de 4 millones de metros cúbicos de residuos nucleares se almacenan hoy en el mundo, con altos costes asociados a su custodia durante miles de años. Transformarlos en una fuente energética estable no solo reduce riesgos, también abre una vía hacia la descarbonización industrial.
El principio detrás de esta tecnología es simple, aunque su implementación no lo sea tanto: aprovechar la radiación emitida por los residuos nucleares para dividir las moléculas de agua en hidrógeno y oxígeno, sin necesidad de combustibles fósiles y sin emisiones de dióxido de carbono. La radiación actúa como una fuente de energía extra que acelera las reacciones químicas, reduciendo los requerimientos eléctricos del proceso y mejorando la eficiencia total.
Entre las técnicas analizadas, la electrólisis mejorada por radiación destaca por su potencial. Pero no es la única. El estudio también explora métodos como:
Todas estas tecnologías tienen en común una idea poderosa: convertir un riesgo en recurso.
Si estas técnicas llegan a escala industrial, podrían tener un impacto directo en la transición energética. Reducir la cantidad de residuos nucleares almacenados, al tiempo que se produce hidrógeno limpio, significa menor dependencia de combustibles fósiles y menos necesidad de infraestructura de almacenamiento a largo plazo.
Además, el hidrógeno producido por este método podría abastecer sectores que aún tienen dificultades para electrificarse, como la industria pesada o el transporte de larga distancia, ofreciendo una alternativa sin emisiones y sin consumo de recursos fósiles.
El principal freno para esta innovación no es técnico, sino normativo. La regulación del material radiactivo es estricta, y con razón. Pero eso también limita el acceso a los residuos para fines de investigación. La mayoría de los estudios deben recurrir a fuentes de radiación simuladas, lo que reduce la fidelidad de los resultados y retrasa el desarrollo práctico.
A esto se suman retos como:
Aun así, algunos países comienzan a explorar vías legislativas más flexibles para facilitar proyectos piloto bajo condiciones estrictamente controladas. Francia, por ejemplo, ha invertido en líneas de investigación sobre valorización energética de residuos nucleares, y Corea del Sur evalúa integrar parte de esta tecnología en sus reactores de investigación.
La posibilidad de obtener hidrógeno limpio a partir de residuos nucleares representa una oportunidad única para alinear tres objetivos urgentes: descarbonizar la economía, gestionar de forma segura los residuos radiactivos y diversificar las fuentes de energía renovable.
Algunas líneas de acción realistas para aprovechar esta tecnología:
No se trata de promover lo nuclear como la solución a todo. Pero sí de usar lo que ya está ahí, de forma inteligente, para acelerar el cambio que el planeta necesita. Porque cada gramo de hidrógeno limpio cuenta. Y cada residuo que dejamos de enterrar también.
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