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Un equipo de químicos de la Universidad Nacional Australiana (ANU) y la Universidad de Mánchester ha sintetizado una molécula magnética revolucionaria, llamada 1-Dy, que promete multiplicar por cien la capacidad de almacenamiento actual en dispositivos de tamaño minúsculo.
Esta molécula utiliza el Disprosio, un elemento de tierras raras conocido por su comportamiento magnético extremo. Gracias a su estructura lineal –con el átomo de Disprosio posicionado entre dos átomos de nitrógeno y estabilizado por un alqueno–, la molécula presenta una capacidad única para mantener su memoria magnética (histeresis) incluso a temperaturas relativamente elevadas para este tipo de materiales: hasta 100 Kelvin (equivalente a -173 °C).
A diferencia de las tecnologías actuales, que almacenan datos magnetizando regiones microscópicas de un material, esta innovación se basa en imanes de una sola molécula (SMM), donde cada molécula puede representar un bit. Este salto permite alcanzar densidades extraordinarias de información: hasta 3 terabytes por centímetro cuadrado. Dicho de otra forma, sería posible guardar medio millón de vídeos cortos en un chip del tamaño de un sello.
Otro aspecto clave es la estabilidad mejorada del 1-Dy frente a otras SMM anteriores. Esta molécula presenta una barrera energética más alta contra la inversión magnética, lo que significa que es menos probable que pierda información por perturbaciones térmicas o electromagnéticas. Esto no solo garantiza mayor fiabilidad, sino también un menor consumo energético, al no necesitar correcciones constantes.
Aunque aún se requiere mantener temperaturas criogénicas para su funcionamiento, los investigadores consideran que este avance es compatible con las infraestructuras de grandes centros de datos, como los que operan empresas como Google o Amazon. A largo plazo, podría facilitar almacenamiento masivo más compacto, con menor requerimiento energético y una huella física significativamente reducida.
El desarrollo del 1-Dy no solo representa un salto en capacidad de almacenamiento, también puede ser una herramienta poderosa para reducir el impacto ambiental del sector digital, que actualmente consume más del 2 % de la energía mundial.
Esta molécula representa un paso firme hacia una tecnología digital más limpia, eficiente y alineada con los objetivos de sostenibilidad global. El próximo gran reto será elevar aún más la temperatura operativa de estas moléculas para extender su uso a dispositivos cotidianos y fuera del entorno criogénico.
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