El sector del agua atraviesa momentos difíciles. Además de los problemas globales —como los efectos del cambio climático en la disponibilidad de agua potable, el aumento de las normativas medioambientales, el encarecimiento de la energía, y los desafíos relacionados con infraestructuras envejecidas, la contaminación, los "químicos eternos" y los microplásticos—, muchas empresas también deben enfrentarse a retos locales o regionales adicionales.
Las discusiones sobre microplásticos, que alguna vez fueron un tema de nicho, ahora frecuentan titulares y agendas políticas, alimentadas por la creciente evidencia de que los microplásticos se infiltran en los ecosistemas, las cadenas alimentarias e incluso el cuerpo humano.
Cada vez más empresas del sector industrial y químico se enfrentan al mismo reto: ¿cómo saber si un producto va a resistir condiciones reales cuando salga del entorno controlado de fábrica?
El pasado noviembre, el Parlamento Europeo aprobó el Reglamento sobre los envases y residuos de envases (RERE), aplicable a todo el ciclo de vida de los envases y cuyo cumplimiento afecta a los requisitos relativos al peso y volumen de los envases, así como a la reutilización y la reciclabilidad.
En la industria de procesos, el margen de error se mide en micras. La estructura molecular de una materia prima, la cinética de una reacción, el comportamiento físico de un sólido en suspensión o la evolución de una superficie catalítica a lo largo del tiempo.
El aumento de las temperaturas puede sobrecargar considerablemente los sistemas de aire comprimido y provocar numerosos problemas de mantenimiento.